Lo que se pretende lograr con la formación implica:  

Capacitar a los hermanos como discípulos misioneros del Señor y a la vez brindar solidez a las escuelas de formación vigentes de la Arquidiócesis de Córdoba, según el Plan de Dios, la Sagrada Escritura, la Doctrina del Magisterio de la Iglesia. En sintonía con el Plan Nacional de Formación de la RCC ARGENTINA, el CHARIS y su formación integral y los Proyectos Pastorales Arquidiocesanos (que se podrían complementar). 

Además, la Escuela de Formación tiene en cuenta los Objetivos Generales de la RCC a nivel internacional: 

 

  1. Amparar la conversión madura y constante a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. 
  2. Amparar una receptividad personal decisiva a la persona, presencia y poder del Espíritu Santo. Estas dos gracias espirituales a menudo se experimentan juntas en lo que se llama en diferentes partes del mundo un Bautismo en el Espíritu Santo, o una Liberación del Espíritu Santo, o una Renovación del Espíritu Santo. Muy a menudo se las entiende como una aceptación personal de las gracias de la iniciación cristiana y como una capacitación para el servicio cristiano personal en la Iglesia y en el mundo. 
  3. Amparar la recepción y utilización de los dones espirituales (charismata o carismas) no sólo en la RCC sino también en la Iglesia en toda su extensión. Estos dones, ordinarios y extraordinarios se encuentran en abundancia entre los laicos, los religiosos y el clero. Su comprensión adecuada y utilización en armonía con otros elementos de la vida de la Iglesia es una fuente de fuerza para los cristianos en su camino hacia la santidad, y en la realización de su misión. 
  4. Amparar la obra de evangelización en el poder del Espíritu Santo, incluyendo la evangelización de los no bautizados, la reevangelización de los cristianos nominales, la evangelización de la cultura y las estructuras sociales. La RCC promueve especialmente el compartir la misión de la Iglesia proclamando el Evangelio de palabra y de obra, y dando testimonio de Jesucristo a través del testimonio personal y a través de esas obras de fe y justicia a las que cada uno está llamado. 
  5. Amparar el crecimiento constante en santidad, a través de la integración adecuada de estos énfasis carismáticos en la vida plena de la Iglesia. Esto se consigue a través de la participación en una vida sacramental y litúrgica rica, y una apreciación de la tradición de la oración y espiritualidad católicas. Esto está guiado por el Magisterio de la Iglesia, y la participación en el plan pastoral de la Iglesia. Los objetivos antes citados deben ser conocidos, estudiados y permanentemente recordados por toda persona y en toda obra que se identifique como una manifestación de Renovación Católica Carismática, pues sin ellos toda la labor carismática estará sin un rumbo y sin una identidad definida. 

 

En la medida en que estos objetivos fundamentales sean asumidos estaremos posicionando a la Renovación Católica Carismática, en estos primeros cuarenta años de vivencia, ante una nueva etapa, tal como lo dijo en varias oportunidades S.S. Juan Pablo II: la madurez eclesial.